martes, 16 de junio de 2015

ultimo acto, 12 de junio

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VIERNES, 12 DE JUNIO DE 2015
TEATRO II

Ultimo acto

Ficciones y rituales de la propia muerte, delirios de última hora en Constanza Muere, la obra de Ariel Farace interpretada por Analía Couceyro.
 Por Magdalena De Santo
La muerte encapuchada con alta capa y hoz esconde el rostro de un asno. La niña con el pelo lacio perfecto y vestido con lazo debajo de sus prematuras tetas. La niña y la muerte espectan la contorsión. Una mujer septuagenaria con conjuntito deportivo salmón, pelo rubio de enorme artificio y zapatillas doradas se revuelca cual Ren o Stimpy. Es la escena de su propia muerte. Es la primera escena de Constanza Muere, la última obra de Ariel Farace interpretada por la arrolladora Analía Couceyro, a la que en la pantalla chica y grande se la puede recordar por la torta policía forense de 23 pares o por el personaje de Albertina Carri en Los Rubios. Constanza (Analía Couceyro), La Muerte/Asno (Matías Vertiz) y La Niña que musicaliza en vivo (la adulta Florencia Sgandurra) ficcionan la escena tan temida de Coty en microcapítulos hasta la anunciada.
Abrir los ojos es bastante todo. Constanza Muere resulta un diálogo homenaje a Malone muere de Samuel Beckett. En efecto, el dios hereje del absurdo escribe en dicha novela: “Conozco estas frases que parecen insignificantes y que, una vez aceptadas, pueden corromper toda una lengua. Nada es más real que nada.” Y Constanza Muere parece hacernos eso. La dramaturgia de Farace nos escupe frases que roen el cerebro y retumban tanto que hubo alguien que quiso el audio para escucharlo por la calle. De esas corrupciones de la lengua, algunas fueron tomadas para el programa de mano en la obra. Y funcionan como estampas semánticas que aquí se convirtieron en subtítulo.
Antes de mí, nada. Consciente de la enorme oferta de monólogos –la propia Analía Couceyro no hasta hace mucho estaba con funciones de El Rastro, bajo la dirección del amigo, maestro y colega de Farace y ella, Alejandro Tantanian–, Ariel Farace se propuso escribir un monólogo pero que en el montaje se perciba como obra. “¿Qué hace la puesta con un texto que se presenta para una sola voz? Esa fue una motivación para que la cosa tome la forma que tomó. El texto es una voz, que en la obra –en el montaje, quiero decir– está dividida, cortada, llena de escena. Todo el vínculo entre la identidad del texto y la necesariamente diferente identidad del montaje me interesa mucho, pienso mucho en eso, me divierto bastante en esas relaciones.” Y así la escritura toma un cuerpo novedoso.
La ficción no ciega. La premisa de Ariel Farace es la ficción de la muerte. La muerte propia no es otra cosa que las imágenes que inventamos y que nunca podremos constatar. En esa contradicción, el monstruo del tiempo encorva la elástica vida de Constanza bailarina y su muerte no es receso, sino ese animal fiel que la acompaña cotidianamente imponiéndole paisajes de extinción. Constanza Muere es una sucesión barroca del mambo inconsciente de esta vieja. Captura sensible de la soledad y la vejez. Repetición enorme de todo, todo, todo. Y de nada, nada, nada. Escenas que quedan en la retina.
Las piedras hasta mí. Objetos que cargan la memoria, una planta amada, un té con Criollitas, unas zapatillas de punta rosa y ese monólogo que no es el final. Es el cisne viejo que te pone la piel de gallinita. Y la muerte definitiva llega sin parecerse a ninguna. Y al mismo tiempo, similar a todas. Ella, un asno con mucho menos glamour que un tema de Bowie, ni siquiera un “Rasguña las piedras” cantado con voz ronca.
Jueves a las 22, El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034.

martes, 9 de junio de 2015

Imperdibles de la bienal: 22 de mayo de 2015

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VIERNES, 22 DE MAYO DE 2015
ARTE

Imperdibles de la Bienal de Performance 2015

 Por Magdalena De Santo

CUíDESE MUCHO de Sophie Calle

Instalación en la que ciento siete mujeres muy grosas de distintas latitudes y profesiones interpretan un texto inesperado: un correo que recibió Sophie en el que su pareja de entonces cortaba la relación.
Desde el 26 de mayo al 23 de agosto (con excepción de 1, 2 y 3 de junio), de 14 a 20 en el Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151

ARTAUD MADRE/ LENGUA Y MADRE de Emilio García Wehbi y Gabo Ferro.

Performance interdisciplinaria en torno al maestro del teatro de la crueldad: Antonin Artaud. Acá los artistas rioplatenses componen posibles paisajes de aquella poética visceral y cabeza electroshockeada.
5 y 6 de junio, a las 20.30, en el Centro de Arte Experimental Unsam, Sánchez de Bustamante 75

PATRóN DE CONVIVENCIA de Nicolás Varchausky, Juan Onofri Barbato, Matías Sendón.

Un grupo de performers metaforiza la vida en comunidad a través del sonido. Mediante dispositivos que permiten un acople controlado, lxs visitantes serán invitadxs a experimentar el comportamiento sonoro afectado por los cuerpos y las distancias.
23 y 24 de mayo de 16 a 20, en el Museo de Arte Contemporáneo Mar del Plata, Av. Feliz U. Camet y López de Gómara, Mar del Plata

PAPELóN de Alejandro Ros y Roberto Jacoby.

Instalación de bollos de papel en un sótano para que la gente se sumerja en la experiencia. El papel deja de ser soporte de las piezas gráficas y se convierte en soporte del público entero.
31 de mayo, 1, 2, 3, 5 y 6 de junio, de 19 a 21, en Gurruchaga 2467

ASAMBLE de Amalia Pica

¿Cómo ejercemos nuestra ciudadanía en democracia? Esta performance incita a los participantes a construir una asamblea mediante la exploración del círculo en tanto forma inacabable.
30 de mayo a las 17, en Plaza del Congreso

NO SOY TAN JOVEN PARA SABERLO de Mondongo

Una exploración performática que indaga algunos tabúes de la sexualidad a partir de la supuesta vida adulta de Pinocho y otros personajes del cuento.
31 de mayo, 1, 2, 5 y 6 de junio a las 20 y el 3 de junio a las 22, en Vidriera Mondongo, Gurruchaga 2467

VI SESIóN EN EL PARLAMENTO de Osías Yanov

Diez performers con catuists metalizados y una escultura de hierro componen una sesión parlamentaria andrógina. “¿Cómo sería un Parlamento de cuerpos donde se sesione a partir de coreografías?” resulta ser la pregunta que vertebra un futuro distópico o utópico. Ojalá posible.
28 de mayo y 4 de junio a las 19; sábados 23, 30 de mayo y 6 de junio a las 19.30, en MALBA, Av. Figueroa Alcorta 3415

Lo que queda de Marina: 8 de mayo 2015

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VIERNES, 8 DE MAYO DE 2015
ARTE

Lo que queda de Marina

El fenómeno Marina Abramovic se queda mientras ella, la mismísima, debe estar en algún cuarto de hotel de otro continente. A la luz de su retirada quedan en primer plano los gajes del arte contemporáneo en torno de la mercantilización, la lógica mainstream y los límites entre obra, ideología y artista. Deja también una experiencia inefable.
 Por Magdalena De Santo
El workshop. Marina Abramovic es una más, disuelta entra las trescientas personas con la presencia de no estrella. Con aislantes de sonido en las orejas, la experiencia es de una introspección profunda. Unas cartulinas para mirar, unas tarimas para subir, unas camitas cual tienda de guerra con frazadas jaspeadas para recostarse, un espacio para caminar cinco veces lento y mesas para separar la lenteja del arroz. Eso está todo junto en el espacio, no hay circuito, está todo y todos juntos. Marina por ahí anda. Toda expectativa fan se clausura porque nadie puede tener ni cámara ni celular ni reloj. La ansiedad se disipa, invita a la demora. Como buena perfo se borran las dicotomías espectador-artista, museo-calle. El habla común es el pestañeo, una tomada de mano o la sonrisa. Es un estar continuo y abyecto. Una risotada al tiempo hiperproductivo y taylorista. No hay mensaje. Hay suceso. “Ustedes nos dan su tiempo; nosotros, la experiencia”, dijo Marina en la conferencia de apertura de la Bienal de Performance 2015.
El suceso. Sin embargo, el episodio de Abramovic en Argentina es mucho más que la experiencia concreta. Su presencia actualizó las tramas enredadas que vive el arte contemporáneo en tiempos de capitalismo cognitivo: la banalización del ídolo, la fusión del arte con el consumo de masas (el Método Abramovic está sponsoreado por corporaciones y Lady Gaga lo lleva como estandarte), la difícil separación entre la obra y las declaraciones del artista (se declaró no feminista pero su histórica obra es personal, política y el cuerpo, su campo de batalla y resistencia), y la potencia transformadora de la subjetividad cuando la propuesta meditativa linda con el New Age.
Mutación. Es indudable que la abuelita del performance en sus 40 años de trayectoria mutó sus indagaciones performáticas. Si trazamos un posible arco, parece que va desde la exposición de un cuerpo individual a que el cuerpo comunitario (el público) sea la obra. A comienzos de los ’70 la artista se exponía a un puñado de personas para reconvertir su propio dolor y agotamiento en ritual: horas de peinarse con vehemencia porque el “arte es bello”, horas de liberar el cuerpo desnudo al son de un tambor con la cara encapuchada, un corte en su abdomen serbio en forma de estrella sangrante, un arrojarse al medio del fuego. Luego vino la época con Ulay y su cuerpo ya no sólo era el propio sino uno y dos con el amante. Vinieron otros trabajos: horas de cagarse a gritos, 17 minutos de un “beso” asfixiante que termina en desmayo, el arco que la amenaza con la flecha y así, hasta que ya en los albores de los ’80 la ruina de los amantes los llevó a la emblemática obra: una caminata de tres meses por la Muralla China hasta encontrarse y seguir para no estar juntos nunca más. Abramovic siguió haciendo de las suyas hasta que con 50 pirulos, según ella misma comentó en la conferencia que impartió un día antes del workshop, llegó el premio León de Oro y de ahí en más la escalada mundial y la consagración mainstream de la performance. El Guggenheim y el MOMA fueron los museos que protegieron su arte y ella por tres meses se la pasó viendo la miseria desconocida a los ojos. La potencia de esta obra hiperconocida (más de un millón de personas vieron el documental premiado The Artist Is Present) es que exponía al/a visitante “a sí mismx”, pues afuera sólo estaban las cámaras, el público y la interpelación visual de la icono sentada.
El unomisma. Y aquí viene lo que puede verse como lo más interesante de los debates que produjo su llegada a Bs. As.: el Método Abramovic –promovido por la organización sin fines de lucro Marina Abramovic Institut– ¿es una exaltación de la subjetividad neoliberal? ¿Marina se ha convertido en una hechicera mandala que encuentra remanso en la propia subjetividad? ¿Acaso su obra actual asienta las raíces del “uno mismo” tal como los líderes espirituales para tragar monedas a nivel planetario? En efecto, el artista Emilio García Wehbi disparó: “Se parece bastante al del gurú del PRO Sri Sri Ravi Shankar, mezcla de budismo new age con desmedidas ‘buenas intenciones hacia la humanidad’”. En la conferencia le preguntaron ¿qué diferencia hay entre el Método Abramovic y la meditación? Y la mujer de piel lozana contestó “el contexto”. Hoy los museos son fábricas semióticas de rentabilidad y sus obras, los performers, sujetos precarizados. Paradójicamente, el workshop de Abramovic tuvo entrada gratuita y libre, y el espacio fue la ex estación eléctrica en la que hoy funciona el Centro de Experimentación Artística y la gestión, de la Unsam. La experiencia fue individual –es cierto, fue un viaje a las raíces del yo liberado de las contaminaciones modernotecnológicas– pero también fuertemente comunitaria y de convivencia armónica. Aunque al día siguiente seguí siendo una torta performer monotributista que tiene como muralla china a la cajera del supermercado.